«Todos somos africanos» es una frase usual en la clase de prehistoria al explicar la hominización y la ocupación de los continentes e islas por parte de nuestros ancestros. También se habla de las razas humanas como el resultado eficiente de la adaptación al medio. Este artículo de Alma Corazón y Vida nos explicaba que todos teníamos los ojos marrones hasta que hace unos 6.000 o 10.000 años, cuatro mil años arriba o abajo no son nada, una mutación genética del gen OCA2 le clareo los ojos a alguien, y además resulta que todas las personas con ojos azules son parientes lejanos, muy lejanos, si hablamos en miles de años ¡imagínense cuán lejanos!
Dice el investigador que como todos los cambios físicos no es bueno ni malo, pero a mi me parece bueno porque son muy bonitos. La verdad es que no hay ojos feos, sean del color que sean, son las ventanas del alma.
Es la mirada la que puede ser triste, alegre, turbia y sucia, limpia y sincera, fría, cálida, aguda, bovina, inteligente, malvada, misericordiosa, vacía, fresca, apagada, luminosa, asombrada, intencionada, compasiva, pícara, piadosa, provocativa…
Ahora que pienso que los ojos hay que cuidarlos, al igual que la mirada, recuerdo el semáforo de radiación solar de la Patagonia que les enseño a mis alumnos al hablar de las consecuencias del deterioro de la capa de ozono, semáforo que ya está llegando a nuestras latitudes. Recuerden ustedes la crema y las gafas de sol para no visitar a los médicos, aunque sean tan brillantes como el oftalmólogo Ignacio Barraquer que revolucionó el tratamiento quirúrgico de las cataratas.

Terminamos con Elton John, ¡qué mi chica también los tiene azules!
Si no te has saciado de merengue aquí tienes una rima de Bécquer:
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana,
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.