Cuando el guía de la cueva nos dijo –les voy a enseñar una parte cerrada al público, pero como ustedes son estudiantes de historia creo que merece la pena hacer una excepción- no pensé que iba a ver una de las obras artísticas que más me han impresionado en mi vida. El grupo de estudiantes de la Universidad de Oviedo que años después nos licenciamos en Geografía e Historia seguíamos expectantes al hombre de mediana edad.
Nos dijo –agacharos- e iluminó con su linterna un panel lleno de manos, manos de hombres prehistóricos, de hombres y de mujeres, también de niños, grandes y pequeñas, siluetas en negativo, manos de otro mundo, de la tribu, manos del pasado presente, manos sumadas y yuxtapuestas, manos de todos, manos de nosotros. Porque nosotros estamos allí, el ser humano está allí, todo gracias a aquellas personas que pusieron su mano sobre la fría pared para después soplar, a través de un canuto, una pintura roja hecha de óxido de hierro aglutinado con grasa animal o resina vegetal. De esta forma dejaron un maravilloso álbum colectivo, un recuerdo milenario que siempre llevaré conmigo.
Hay unas cuarenta manos junto a diferentes símbolos (rectángulos, discos, triángulos, puntos) en este panel de la cueva de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria). En el interior hay muchos más tesoros del arte rupestre paleolítico, incluidos los famosos bisontes y caballos. En el vestíbulo de la cueva se han encontrado restos arqueológicos que demuestran su habitación durante todo el Paleolítico superior.
Si tienen la oportunidad de acercarse a Cantabria, compren la entrada con antelación y visiten uno de los conjuntos de arte rupestre franco-cantábrico más importantes de Europa y, según unos estudios de 2012, la muestra de arte rupestre más antigua del mundo.
Pingback: Otra semana por delante | Geografía e Historia en la educación permanente
Pingback: Arte rupestre | Geografía e Historia en la educación permanente
Pingback: Los españoles que investigan el secreto de las manos del homo sapiens | Geografía e Historia en la educación permanente